domingo, 19 de junio de 2011

Se denomina retrofuturismo al entusiasmo por las imágenes del futuro producidas en el pasado, particularmente aquéllas que se elaboraron a mediados del siglo XX en la ciencia-ficción y a las narraciones que se ambientan en ese tipo de universos. La autoría del término se atribuye a Lloyd Dunn, que la habría acuñado en el año 1993. El steampunk es un tipo de retrofuturismo que imagina un mundo de grandes avances tecnológicos que, sin embargo, recurren al vapor como fuente de energía de la misma forma que en nuestra realidad de finales del siglo XIX.

El contexto de las historias retrofuturistas suele establecerse en una sociedad utópica, en contraste con la corriente cyberpunk y otros subgéneros distópicos, si bien el optimismo y la ingenuidad del futuro utópico se usan a menudo de forma intencionadamente irónica. Otras veces se define un escenario distinto para la acción, a menudo un pasado alternativo como el 1939 de Sky Captain y el mundo del mañana. En ocasiones se presenta un presente o pasado más o menos realista y reconocible, en el que la introducción de nueva tecnología (a menudo por parte de algún inventor genial) no se libra de la estética del momento, como en Wild Wild West o La Liga de los Hombres Extraordinarios. La serie Roco Vargas del dibujante valenciano Daniel Torres es un buen ejemplo de retrofuturismo en la historieta. Videojuegos como los de la saga Fallout se pueden encuadrar en este género, al presentar un futuro en el que conviven androides y robots con tecnología y estética de los años 50.

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